jueves, 17 de febrero de 2022

UN PASEO CULTURAL POR EL PARQUE JOSÉ ANTONIO LABORDETA, DE ZARAGOZA.

 

Son muchas las alternativas de ocio que ofrece el Parque José Antonio Labordeta, de Zaragoza: pasear, hacer deporte, leer, tomar el sol o disfrutar de la contemplación de la naturaleza.
Nosotros vamos a realizar un agradable paseo cultural, hablando someramente de aquellas personas a las que la sociedad quiso rendirles homenaje erigiéndoles, en este bonito parque, esculturas o monumentos, por haber destacado en alguna de las ramas del saber, del arte o de la generosidad humana.
Iniciamos nuestro recorrido, en la Avenida de los Bearneses, justo en el punto de intersección con el Paseo de San Sebastián.
Nos situamos en el costado izquierdo de la Avenida, dejando a nuestra derecha la Acequia de las Abdulas.
El primer monumento rinde homenaje a Joaquín Dicenta, nacido en Calatayud en 1862.
Joaquín Dicenta es un hombre de letras, que cultiva el periodismo, el teatro y la poesía. Alineado con la corriente naturalista, su obra aspira a reflejar la cruda realidad de la sociedad que le toca vivir.
Republicano y ateo, su descendencia destaca en el mundo de la interpretación, siendo sus más significativos representantes Manuel y Daniel Dicenta, esposo de Lola Herrera.
Durante el franquismo, su figura se relega a un segundo plano.
Seguimos paseando hasta alcanzar el memorial dedicado a Paco Martínez Soria.
Originario de Tarazona, inicia su vida profesional trabajando de dependiente y agente comercial. Durante la guerra civil pierde su empleo, por lo que decide internarse en el mundo de la actuación.
Afiliado a la CNT en tiempos de la república, en 1940 forma su propia compañía de teatro, lo que no le impide iniciar una exitosa y prolongada relación con el cine.
En los años cuarenta del siglo XX dirige el Teatro de la Zarzuela y en 1950 adquiere el teatro Talía, de Barcelona.
Bajo la dirección de Pedro Lazaga, protagoniza la película "La ciudad no es para mí", con la que consigue un rotundo éxito. Le siguen un buen número de largometrajes, que le consagran como uno de los actores más taquilleros.
Fallece en 1982.
A continuación, nos encontramos con el monumento a Miguel Fleta, quien preside, desde su pedestal, una bonita fuente.
Nace en Albalate de Cinca en diciembre de 1897, llega a ser uno de los más sobresalientes tenores que ha dado la lírica española.
Formado en el Conservatorio del Liceo de Barcelona, actúa en los teatros más importantes del mundo, incluidos el Metropolitan Opera House, de Nueva York, y la Scala de Milán, donde es dirigido por el propio Toscanini.
Afiliado a Falange, con la que colabora activamente, se cuenta la anecdota de que, al proclamarse la República, el portero del Teatro Gayarre de Pamplona le dice: "Don Miguel, ahora somos todos iguales", a lo que respondió el tenor: "Pues vaya usted a cantar, que ya me quedo yo en la puerta".
Fallece tempranamente, a los 37 años de edad, a causa de un grave trastorno renal.
Llegamos, seguidamente, al imponente monumento erigido con ocasión de la Exposición Hispano Francesa de 1908.
Instalado originariamente en el actual Paseo de Pamplona, se traslada en 1947 a su ubicación actual.
El león de bronce representa a la ciudad.
A su lado, dos niños, que llevan los atributos de Mercurio y una imagen de Minerva, recrean el Comercio y las Artes, respectivamente.
La otra parte del memorial, se dedica a Basilio Paraíso, nacido en Laluenga, Huesca, en 1849.
Basilio Paraíso es uno de los más ilustres representantes aragoneses de la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX.
Licenciado en medicina, empresario, escritor y político, funda la emblemática fábrica de espejos "La Veneciana", que alcanza relevancia nacional.
De inicial adscripción republicana, preside la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Zaragoza y es miembro fundador de "Heraldo de Aragón".
En 1901 obtiene escaño en el Congreso de los Diputados, siendo nombrado posteriormente senador vitalicio.
La escultura de Basilio Paraíso se coloca años después de su muerte, pues en vida no se consideró digno de tal homenaje.
Seguimos avanzando hasta el final de la avenida, donde podemos disfrutar de un bonito estanque, que bordearemos para iniciar el camino de retorno por el otro costado de la Avenida de los Bearneses.
Durante el trayecto, iremos internándonos por sus diferentes espacios, a la búsqueda de memoriales significativos, como el erigido en 1967, en honor del nicaragüense Rubén Darío, con ocasión del centenario de su nacimiento.
Ubicado en el entorno de la Rosaleda, el conjunto está constituido por un irregular pedestal de piedra, coronado por la figura estilizada de un niño desnudo que, con los brazos extendidos, atrapa a la poesía, simbolizada por una estrella.
Antes de llegar al Paseo de San Sebastián, nos detenemos nuevamente para rendir homenaje a Isabel Zapata, cuya placa se erige en la tapia sur del Jardín Botánico.
Nacida en Zaragoza, pero originaria de Andorra, pertenece a una destacada familia de joteros.
Nacida en 1904, ejerce, durante casi cuarenta años, como profesora en la Escuela Municipal de Jota de Zaragoza.
También dirige el grupo folclórico "Raza Aragonesa" y funda los Coros y danzas de la Sección Femenina, de Zaragoza.
Retornando a la travesía de los Bearneses, avanzamos hasta alcanzar la glorieta de las 13 rosas, presidida por trece placas de acero galvanizado, que rememoran los nombres de trece mujeres, de entre 18 y 29 años, algunas de ellas integrantes de las Juventudes Socialistas Unificadas, que son fusiladas en Madrid, el 5 de agosto de 1939, tras ser condenadas por el bando franquista, cuatro meses después de finalizada la guerra civil.
Tras ascender por las escalinatas que nos conducen hasta la cima del cabezo, llegamos a la fuente sobre la que se alza la imponente efigie de Alfonso I el Batallador, cuarto rey del pequeño reino de Aragón, que conquista la ciudad de Zaragoza, en manos musulmanas hasta el año 1118.
La estatua, se inspira en la obra pictórica de Francisco Pradilla. El conjunto escultural alcanza los 15 metros de altura.
El monarca, con gesto sereno, contempla desde su elevada atalaya, la urbe que acaba de incorporar a su reino.
A sus pies, en posición desafiante, el león, símbolo de la ciudad.
Reanudamos nuestro paseo, en dirección contraria a la que el rey dirige la vista, buscando nuestro siguiente objetivo: la efigie de Vicente Galbe.
Este concejal zaragozano disfruta merecidamente del reconocimiento de la ciudad, ya que, desde ese cargo municipal, impulsa, durante la primera década del siglo XX, la construcción del parque que estamos visitando, y que se inaugura en 1929 por Miguel Primo de Rivera.
Muy cerca, se encuentra el monumento erigido en honor de aquellos aragoneses que sufrieron los campos de concentración nazis.
En 1985, la asociación "Amical de Mathausen" decide conmemorar, en Zaragoza, el 40 aniversario de la liberación de los campos de concentración.
El alcalde de la ciudad, Ramón Sainz de Varanda, encarga al arquitecto Fernando Fernández Lázaro que realice un monumento que rememore tales hechos.
El autor, opta por una solución minimalista.
Cuatro columnas de cemento recrean las barras de la bandera aragonesa, que en este caso, simbolizan las rejas de los campos de exterminio.
Volvemos sobre nuestros pasos, para descender la escalinata que nos conduce nuevamente a la desembocadura de la cascada para desde allí, girando a la derecha, adentrarnos en el Bosque de la Amistad, donde, sobre un pedestal, reposa el busto de Simón Bolívar, donado a la ciudad por el gobierno de Venezuela en 1970.
Este caraqueño, nacido en 1783, es uno de los grandes protagonistas de la emancipación de la América hispana.
La última parte de nuestro recorrido, la iniciamos en el Paseo de Manuel Azaña, tomando como referencia la estación del tren “Chu-Chú.
Siguiendo la ruta de la atracción infantil, localizamos a nuestra derecha uno de los más notables monumentos que adornan el parque.
Se trata del erigido en honor del Doctor Félix Cerrada, en el año 1929, a iniciativa del Colegio de Médicos de Zaragoza.
Nacido en Hernani, en 1857, se licencia en medicina en la Universidad de la capital aragonesa, donde ocupa una cátedra.
Atraído por la política, ostenta durante un tiempo la presidencia de la Diputación Provincial y la alcaldía de la ciudad.
Desde este último cargo, impulsa importantes actuaciones, como la red de alcantarillado, la beneficencia municipal y la repoblación del cabezo Buenavista.
Dos pedestales unidos por un murete, conforman el conjunto arquitectónico. Sobre el de mayor altura, se sitúa el busto del doctor Cerrada.
En el otro, el centauro Quirón, quién inicia a Esculapio en los secretos de la medicina.
Enfrente, se localiza el busto de Eusebio Blasco Soler, periodista, político y literato, nacido en Zaragoza en 1844.
Activista político progresista y prolífico autor, se relaciona con importantes personalidades de la época, como el tenor Gayarre o Gustavo Adolfo Bécquer.
Políticamente, con el discurrir de los años, evoluciona hacia posiciones monárquicas, llegando a desempeñar responsabilidades administrativas, durante el mandato de Cánovas.
Tras Eusebio Blasco puede disfrutarse de un bonito pozo.
En el mismo costado, tras avanzar unas decenas de metros, se llega al memorial de Luis María López Allué, originario de Barluenga, un pueblecito de la provincia de Huesca.
Estudia la carrera de Derecho en la Universidad de Zaragoza, llegando a presidir la corporación municipal oscense.
Dirige “El Diario de Huesca”, cultiva la la poesía, la novela y el cuento, centrando el hilo argumental de sus obras en el costumbrismo aragonés.
Capuletos y Montescos”, publicada en 1900, es su obra más destacada.
Tras cambiar nuevamente de acera, descendemos por una suave pradera hasta llegar a la efigie de José Pardo Sastrón, nacido en 1822, en la localidad de Torrecilla de Alcañiz.
Farmacéutico de profesión, es, junto con Francisco Loscos Bernal, un destacado botánico que dedica buena parte de su vida a catalogar la flora de su comarca natal.
Fundador de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, ostenta la condición de comendador de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.
Finalizamos nuestro recorrido en la pradera del Rincón de Goya, donde se puede disfrutar de la “Dama Ibérica”, también conocida como “Dama de Zaragoza”, o como el “Monumento al origen”.
Se trata de un impresionante busto femenino, de piedra de la Puebla de Albortón, tallado en ese mismo lugar por escultores integrantes de la Asociación Cultural Pablo Gargallo.
Dispuesta directamente sobre el suelo, sin ningún pedestal que la ampare, parece inspirarse en el arte ibérico, guardando no pocas similitudes con la Dama de Elche.
MÚSICA
Bolero inesperado.
Paco Santiago González.
GUIÓN, FOTOGRAFÍA Y MONTAJE:
Mario Maganto Berdejo.

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