En
el monte de Torrero, al sur de Zaragoza, se ubica, desde el año
1834, el cementerio más importante de la ciudad.
Tras
atravesar la vieja puerta de acceso, accedemos a la vía principal de
la necrópolis, conocida como andador Costa, que en su recto trazado
norte-sur, muestra al paseante magníficos ejemplos de arte
funerario, como la composición titulada “Memento Homo”, en la
que puede verse la escultura de un hombre, cavando su propia tumba.
Enfrente,
“El tiempo”, está representado por un anciano sedente, que con
el torso desnudo, y una túnica cubriendo sus piernas, pasa las hojas
del libro del discurrir de la vida, que sostiene entre sus manos.
Concluye
el andador con el imponente mausoleo, erigido en honor de Joaquín
Costa.
Tras
su muerte, el 8 de febrero de 1911, los restos del ilustre aragonés
salen de Graus con destino a Madrid, con la intención de que reposen
en el pabellón de Hombres Ilustres.
Pero
los vecinos de Zaragoza frustan ese propósito, y al llegar el tren
a la estación del Arrabal, se saca el cuerpo del vagón y se
traslada al ayuntamiento de Zaragoza, donde se instala la capilla
ardiente.
Y
de allí, el 12 de febrero, es conducido al cementerio de la ciudad,
donde es inhumado.
El
mausoleo se levanta extramuros del camposanto, en terreno laico,
cumpliéndose de este modo la voluntad de Costa, manifestada en vida,
de ser enterrado en un paraje natural.
Al
estallar la guerra civil, el General Cabanellas, a la sazón
responsable de la V División Orgánica, con sede en Zaragoza, se une
a los sublevados, iniciando desde el primer momento la depuración de
todos los ciudadanos con ideología marxista o republicana,
produciéndose encarcelamientos y fusilamientos masivos.
De
la prisión de Torrero, que se ha inaugurado en 1928, salen los
presos que van a ser fusilados en el exterior de la tapia trasera del
cercano cementerio, justo al lado de donde se levanta el panteón de
Joaquín Costa.
Testigo
privilegiado de tan dramáticos acontecimientos es el padre capuchino
Gumersindo de Estella, que es trasladado de Navarra al convento de
los franciscanos, de Zaragoza, como represalia por su actitud poco
favorable a los militares rebeldes, Se le encomienda la capellanía
de la prisión.
En
el ejercicio de esta función religiosa asiste, espiritual y
humanamente, a los presos
y
condenados a muerte.
De
lo vivido, deja doloroso testimonio en unos diarios, que se publican
en 2003.
Son
tantos los fusilados en ese muro, que el Ayuntamiento de la ciudad se
ve en la necesidad de cavar, en el mes de agosto de 1936, dos zanjas
de 500 metros de longitud, y de dos y cuatro metros de anchura,
respectivamente, con el propósito de arrojar allí los cadáveres.
Para
dirigirnos a ese lugar, es necesario volver sobre nuestros pasos,
hasta el punto en el que se encuentran el andador de Costa y el de la
fosa común.
Este
último nos conduce a la plaza del mismo nombre, sobre la que se
levanta una hermosa escultura, obra de José Bueno.
Tras
atravesarla, dejando a nuestro paso una extensa planicie, plagada de
tumbas excavadas en tierra, sobre la que corretean unos confiados
conejos, llegamos a un larguísimo muro, que acoge centenares de
nichos.
A
sus pies, bajo el actual adoquinado, se excavan las zanjas donde se
abandonan los cuerpos de unas dos mil setecientas víctimas.
Entre
ellos, los correspondientes a los integrantes de la segunda bandera
de la legión General Sanjurjo.
Creada
en Zaragoza, en septiembre de 1936, se alistan en la misma individuos
originarios del valle del Ebro que se han mantenido leales a la
República, a cambio de no ser fusilados o encarcelados.
Problemas
de indisciplina y frecuentes deserciones, llevan a la autoridad
militar a disponer el fusilamiento de entre 300 y 400 de sus
integrantes.
La
masacre se lleva a término en el entorno de la Academia General
Militar, trasladándose los cadáveres a las zanjas que se han
abierto en el cementerio de Torrero.
En
1979, el alcalde Merino autoriza, a petición de los familiares de
los miembros de la Legión Sanjurjo, la apertura de esas fosas
comunes y el traslado de los restos de 175 navarros y riojanos, a sus
localidades de origen.
Los
más de dos mil quinientos cadáveres restantes, se inhuman en una
nueva fosa común sobre cuya losa puede leerse: "En recuerdo a
cuantos murieron por la libertad, y la democracia”.
Pero
¿qué ocurre con los muertos del llamado bando nacional? ¿Donde
reposan sus cuerpos?
El
14 de julio de mil novecientos cuarenta y dos, el ayuntamiento de
Zaragoza, adopta el acuerdo de levantar una capilla y dos manzanas de
nichos, en las que se reagrupen los restos de tres mil novecientas
treinta y seis víctimas.
Hoy,
la capilla es un centro de interpretación de la naturaleza.
Pero
los cadáveres de los miembros del bando nacional apenas permanecen
veinte años en sus sepulturas. En mil novecientos sesenta y uno,
3.560 son exhumados y trasladados al Valle de los Caídos, un
megalómano proyecto de Franco, que se construye entre 1940 y 1958,
por trabajadores contratados por las empresas adjudicatarias de la
obra, a los que se van añadiendo, meses después, presos políticos
republicanos, que se acogen a la redención de penas por trabajo,
conmutándose cinco días de prisión por cada día de trabajo,
además de percibir un exiguo salario.
Los
restos de 33847 miembros de ambos bandos, reposan en el conjunto
monumental.
Pero
Zaragoza no renuncia a tener su gran monumento funerario.
La
iniciativa la promueve en 1941, el alcalde de la ciudad Francisco
Caballero, si bien el proyecto no se concluye hasta 1954.
El
conocido como “Monumento a los caídos”, obra de Manuel Aliaga,
se instala en la plaza del Pilar, en el lugar que hoy ocupa la fuente
de la hispanidad, y allí permanece hasta 1990, año en el que se
traslada al cementerio de Torrero.
El
reconocimiento a las víctimas del bando republicano, no llega hasta
el año 2009. El 29 de septiembre, siendo regidor de la ciudad Juan
Alberto Belloch, el plenario municipal aprueba por unanimidad erigir
un monumento, que recupere la memoria, inidividual y colectiva, de
cuantos mueren víctimas de la persecución franquista.
Diseñado
por Fernando Bayo, Miguel Ángel Arrudi, y José María Castejón, se
inaugura el 27 de octubre de 2010.
El
eje central del cenotafio es un cubo de color rojo, circundado por
una sucesión de 3543 placas de acero galvanizado, con el nombre y la
edad de cada víctima, que forman una espiral de 500 metros de
diámetro.
En
una de las caras del cubo, puede leerse un verso de Cernuda:
"Recuérdalo tú; y recuérdalo a otros".
Se
inaugura el 27 de octubre de dos mil diez.
El
20 de agosto de mil novecientos cuarenta y seis, se produce la
ejecución de Nicasio Sanz Quintana, un joven de 23 años, autor,
según el diario “ABC”, de la muerte de dos policías
municipales, cuando tratan de detenerle por un intento de atraco.
El
periódico “La Nouvelle Espagne”, afirma, por el contrario, que
se le condena por pegar pasquines antifranquistas en las calles de la
ciudad.
Es
el último fusilamiento que se produce en Zaragoza.
RECURSOS
UTILIZADOS.
FONDOS
DOCUMENTALES Y RECURSOS DIGITALES.
-
Zaragoza a Costa. 1917-2017. Centenario de su mausoleo en el
cementerio de Torrero. Ayuntamiento de Zaragoza. Dirección
editorial: Guillermo Juberías.
-
Rutas del cementerio de Torrero. “El cementerio, un lugar de
memoria”. Julián Casanova”.
-
“Fusilados en Zaragoza. 1936-1939. Tres años de asistencia
espiritual a los reos”. Gumersindo de Estella. Mira Editores.
-
El pasado oculto. Fascismo y violencia en Aragón (1936.1939).
Julián Casanova, Ángela Cenarro, Julita Cifuentes, María Pilar
Maluenda y María Pilar Salomón. Mira Editores.
-
El ayuntamiento republicano de Zaragoza: Represión y olvido. Héctor
Vicente Sánchez.
-
Víctimas de la guerra civil española. Wikipedia.
-
Unas 10.300 víctimas de cementerios y fosas de Aragón, en el Valle
de los Caídos. Ramón J. Campo. 24 de octubre de 2019. Heraldo de
Aragón.
-
Fusilamientos en Zaragoza. Wikipedia.
-
Web “Recuerda República, documento memoria”. En Zaragoza, más
de 3.500 republicanos fueron atrozmente exterminados por agentes
franquistas. Tulio Riomesta.
-
Web “Gran Enciclopedia Aragonesa”. Voz “18 de julio de 1936”.
Voz “Guerra Civil”. Aragón dividido en dos.
LIENZOS,
GRABADOS Y FOTOGRAFÍAS.
-
Duelo a garrotazos. Francisco de Goya y Lucientes. 1820-1823.
Técnica
mixta sobre revestimiento mural trasladado a lienzo. Museo del Prado.
-
Fotografía de Miguel Cabanellas Ferrer. Autor: Jalón Ángel.
Biblioteca Digital Hispánica.
-
Cartel de CNT-FAI. Etsy.
https://www.etsy.com/es/listing/838194185/1937-cartel-de-propaganda-vintage-de-la?click_key=afdb86459691332f47dade86b43bacdfc704ec74%3A838194185&click_sum=193e6703&ga_order=most_relevant&ga_search_type=all&ga_view_type=gallery&ga_search_query=cartel+guerra+civil&ref=sr_gallery-2-11&organic_search_click=1
-
Fotografías Heridos y muertos civiles por aviación y artillería.
Madrid. Portal de Archivos Españoles.
-
Portada del libro “Fusilados en Zaragoza. 1936-1939. Tres años de
asistencia espiritual a los reos”. Gumersindo de Estella. Mira
Editores.
-
Llamamiento Legión Sanjurjo. Editorial Comuniter.
-
Llamamiento Legión Sanjurjo. Editorial Comuniter.
-
La legión maldita. Web “Literatura legionaria”
-
Desfile militar con Franco en la Academia General Militar. 1930.
Biblioteca Digital Hispánica.
-
Exhumación restos legión Sanjurjo. Noticias de Navarra. Instituto
Navarro de la Memoria.
-
Certificados de traslados de restos de los cementerios al Valle de
los Caídos. DARA.
-
Vista aérea de la Cruz de los Caídos. Autor: Iñaki Urbez. Obtenida
a través de GAZA. Origen: Grupo Facebook “Fotos antiguas
Zaragoza”.
-
Zaragoza. Monumento a los caídos. Templo del Pilar y torre de la
Seo. Todocolección.
Valle
de los Caídos. De Jorge Díaz Bes - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0,
VIDEO:
Valle
de los Caídos. La obsesión de Franco.
Antena
3 TV.
MÚSICA:
Nocturno
Op. 9 número 2
Frédéric
Chopin.
Guitarra:
Daniel Nistico.
GUIÓN,
FOTOGRAFÍA Y MONTAJE:
Mario
Maganto Berdejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario