domingo, 30 de diciembre de 2007

Centro de Recuperacion de Fauna y Educacion Ambiental "Los Hornos", de la Junta de Extremadura

Visitar Extremadura supone volver al Paraíso. Las extensas dehesas sobre cuyos suelos se asientan centenarias encinas y arrugados alcornocales son generoso acomodo para aquellos seres vivos que encuentran en esta tierra su último refugio; por ellas pasean las grullas durante los meses de invierno en busca de alimento compartiendo espacio vital con las reses que a escasos metros pacen plácidamente.

Su luminoso e intenso cielo azul se ve salpicado por las blanquinegras alas de las cigüeñas que lo sobrevuelan camino de los Barruecos o de la torre de alguna vieja iglesia.

Cigüeñuelas, garzas, patos cuchara, zampullines, fochas y nutrias se adueñan de las mansas aguas que encharca la naturaleza o que el hombre empantana, sirviendo de alivio para la sed de la tierra y de los seres que la pueblan.

Extremadura, esa gran desconocida, es ejemplo vivo de un modelo de desarrollo sostenible en el que todas las criaturas tienen cabida.

El respeto histórico que los extremeños han dispensado a su tierra a lo largo de los siglos se ha convertido en la actualidad en su más preciado patrimonio. Cuando la voracidad humana ha destruido todo cuanto se cruzaba en su camino, esta porción suroriental de la península se muestra al mundo en todo su esplendor, como ejemplo vivo de una eficacisima gestión medioambiental.

El 11 de marzo del año 2000 la Junta de Extremadura inauguró el Centro de Recuperación de Fauna y Educación Ambiental “Los Hornos”, en el que son atendidos anualmente más de 1.400 animales heridos y se recibe la visita de más de 2.500 personas.

Ubicado en la localidad de Sierra de Fuentes, próxima a la ciudad de Cáceres, resulta todo un ejemplo a seguir por centros de similares características existentes en España, ya que además de la importante tarea que realizan todos estos centros en cuanto a la recuperación de animales salvajes heridos o enfermos, el de Sierra de Fuentes ha destinado un espacio a la educación ambiental sirviéndose para ello de aquellas criaturas que por la gravedad de sus lesiones no podrán ser reintegradas a su medio natural.

En un magnífico entorno arbóreo, un buitre privado de una extremidad alar, una lechuza ciega o un águila imperial con una grave enfermedad cardiaca contribuyen a transmitir a los jóvenes alumnos extremeños que visitan el centro el amor y el respeto por la naturaleza.

Me consta que todo el personal que trabaja en “Los Hornos” son profesionales de primer orden, lo cual no es óbice para que haga una mención especial al Director del centro y a la bióloga María Arredondro, que tuvo la generosidad de dedicarme buena parte de la mañana y que con sus explicaciones y paciencia contribuyó a aumentar mis limitados conocimientos sobre las aves.

Finalmente, Mari Fe Zama autorizó que realizase las fotografías que aquí se reproducen. Vaya a ella mi agradecimiento y mi reconocimiento a todos los profesionales que están realizando labor tan encomiable.

2 comentarios:

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  2. Completamente de acuerdo. Para mi Extremadura es un claro ejemplo de respeto al patrimonio, tanto medioambiental como histórico y artístico. Nos queda mucho que aprender de ellos.
    Un beso

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