viernes, 4 de enero de 2008

Focha comun (fulica atra)


Taxonomía
Orden:
Gruiformes
Familia: Rallidae
Género: Fulica

De la familia de las rallidas, la focha común, al igual que las grullas y que las pollas de agua, pertenece al orden de las gruiformes y puede llegar a vivir quince años.

Morfología

La focha común es un ave fácilmente identificable a simple vista por su plumaje de color negro intenso, pizarroso, con reflejos grisáceos, sobre el que destaca el pico blanco, que se prolonga en un escudete frontal del mismo color. Es más intenso el negro de la cabeza y del cuello.

Es colicorta, de alas anchas, ojos rojos y pico grueso. En vuelo puede apreciarse una estrecha franja blanca alar.

Sus patas son fuertes y los dedos verdeoscuros y largos, provistos de una membrana interdigital ondulada.

Ambos sexos presentan similares características morfológicas, siendo menos voluminosos los machos (hasta seiscientos gramos de peso) que las hembras (hasta ochocientos gramos).

Su longitud oscila entre los 36 y los 42 centímetros.

Los jóvenes tienen un plumaje pardogrisáceo con tonalidades blanquecinas en la garganta y pecho.

Hábitat

La focha común es un ave de agua dulce que se desenvuelve adecuadamente en charcas, pantanos, lagos y ríos, preferentemente rodeadas de carrizal, gustándole las zonas poco profundas con abundante vegetación y terreno despejado.

Se extiende por todo el planeta; en América, desde el sur de Canadá a la parte septentrional de Sudamérica, siendo muy habitual en Europa.

En España, la población más importante se concentra en las marismas del Guadalquivir, la más abundante del Mediterráneo; también puede verse en zonas favorables del territorio peninsular, donde la población sedentaria se ve incrementada en otoño con la que llega del norte y este de Europa, territorios estos últimos en los que se ve sometida a una fuerte presión cinegética de carácter deportivo, ya que gastronómicamente su carne resulta de mal sabor.

Comportamiento

Es un ave desconfiada, por lo general de temperamento agresivo, con acusado carácter territorial.

Cuando se concentran altas densidades de población, se producen violentos enfrentamientos en las lindes territoriales que tienen establecidas, atacándose con el pico y las alas. En estas luchas participan también las hembras.

En caso de sentirse sumamente acosadas, pueden llegar a enfrentarse al hombre.

Descansan y duermen en las orillas de los humedales, introduciéndose el en agua al menor atisbo de peligro.

Tiene un nadar pausado, acompasado con movimientos de cabeza. Para emprender el vuelo inician previamente una agitada carrera sobre el agua, en dirección contraria al viento.

Se decía de estas aves que escupían espuma a sus agresores, confusión esta ocasionada por los borbollones que levantan en el agitado chapotear de la huida.

Se desenvuelven mejor en el agua que en el aire, donde desarrollan un vuelo débil.

Si es necesario, son capaces de bucear para buscar alimento, pudiendo alcanzar los cuatro metros de profundidad. La porosidad de su plumaje las rebota hacia la superficie como si fueran corchos introducidos en el agua a presión.

Cuando nadan da la impresión de que carezcan de cuello ya que lo llevan contraido. Únicamente lo extienden, junto con las patas, cuando vuelan.

Su grito es “cuic”.

Reproducción

En Europa, la época de celo se inicia a mediados de abril y finaliza bien avanzado el verano.

Las fochas construyen nidos flotantes que anclan en los carrizales, cubriéndolos frecuentemente con hojas y tallos. Pueden alcanzar hasta 20 centímetros de altura, en cuyo caso construyen rampas que enlazan el nido con el agua.

Realizan puestas que van de los seis a los diez huevos, si bien pueden llegar a poner hasta quince. Estos son de unos cincuenta milímetros de longitud, de color tostado, con manchas negras.

De la incubación, que dura de veintiuno a veinticuatro días, se ocupa la pareja, al igual que del cuidado de los pollos. Se muestran extremadamente protectores con la puesta, habiéndoseles visto enfrentarse a los cisnes en los parques y jardines de los entornos urbanos.

No obstante, hay casos en que apenas nacida la primera nidada se produce una segunda puesta, lo que le supone al macho asumir por entero la responsabilidad en la crianza de los primeros polluelos.

Estos nacen el mismo día y suelen abandonar el nido a los tres o cuatro días, llegando a ser totalmente autosuficientes a las ocho semanas.

Se dan casos en que las lavanderas boyeras fabrican sus nidos debajo de las plataformas de ramas sobre las que las fochas instalan los suyos.

Alimentación

En el otoño se producen abundantes concentraciones de aves de esta especie en humedales propicios, en los que permanecerán hasta acabar con el alimento.

Comen plantas, frutos, brotes y raíces de plantas acuáticas y terrestres de ribera, completando la dieta con moluscos e insectos, o incluso con los huevos que saquean de los nidos de otras aves acuáticas.

Tambien se alimentan de macrófitos acuáticos, al punto de haberse apreciado una cierta incompatibilidad convivencial entre las carpas y las fochas, por el esquilmado que aquellas realizan de los tapices de macrófitos.

La focha moruna (fulica cristata).

De morfología muy similar a la común, la focha moruna se distingue por los dos abultamientos rojos que destacan sobre el blanco de la frente, por la carencia de las franjas blancas alares y por su tamaño, algo mayor.

En clara regresión desde principios del siglo XX, en España se calcula que hay unos 250 individuos maduros, localizados básicamente en las lagunas de la provincia de Cádiz y en las marismas del Guadalquivir.

De todo el Mediterráno occidental, únicamente ocupa los territorios ibéricos y marroquíes, dependiendo su supervivencia en España de la presión a que se vean sometidos los humedales magrebíes.

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