Taxonomía
Clase: Insecta.
Subclase: Pterygota.
Orden: Hymenoptera.
Familia: Crabronidae.
Subfamilia: Philanthinae.
Género: Philanthus.
La philanthus triangulum (lobo de las abejas) es una avispa de tamaño no superior a los 10 milímetros en el caso de los machos y de 12 a 18 milímitros en el de las hembras.
Elemento distintivo con respecto a otras avispas son las antenas, que en el caso de la philanthus son negras en toda su extensión, ensanchándose al final.
Es una criatura solitaria que habita en parajes secos y cálidos. Algunos naturalistas consideran que es una especie en regresión, debido fundamentalmente a la alteración de las zonas esteparias, que se han ido transformando en tierras de cultivo, por lo que aconsejan dispensar una especial atención a la preservación de esta especie, que tambien podría verse amenazada por la reducción de las poblaciones de abejas.
Los machos se alimentan del nectar y del polen de las plantas. Las hembras se dedican a la caza de las abejas, comportamiento este del que les viene el calificativo de “lobos de las abejas”
Excavan sus guaridas en la tierra y cuando el sol está en su cenit salen a la caza de la apis mellifica, a la que capturan cuando se encuentra distraida extrayendo el jugo de las plantas.
Sus nidos disponen de diferentes cámaras, en cada una de las cuales van almacenando de tres a seis abejas en estado catatónico, ya que las inmovilizan pero no las matan, evitando así su temprana descomposición.
Y actúan de esto modo porque la philanthus deposita en cada una de estas cámaras un huevo, del que saldrá la larva que se alimentará de las apis.
Dado que las condiciones de temperatura y humedad de estos espacios subterráneos pueden favorecer la proliferación de hongos, la philanthus segrega una bacteria del género Streptomyces que protege a las larvas y que ha comenzado a llamar la atención de los científicos.
Niko Tinbergern, catedrático de comportamiento animal por la Universidad de Oxford y Premio Nobel de Medicina en 1973 por sus estudios sobre el comportamiento animal, pasó cinco veranos en la región de Hulshorst, Holanda, estudiando a la philanthus triangulum.
En 1929 descubrió que en un arenal, al que llamó "llanura de las philanthus", un conjunto de avispas de esta especie realizaban tareas similares, consistentes en extraer arena del suelo para hacer el nido o en echarla sobre el agujero para ocultarlo. Después, emprendían el vuelo y al cabo de un rato regresaban con una abeja, desalojaban la tierra del nido y se introducían en el con la presa.
Tinbergern se preguntó cómo era posible que encontrasen el camino de vuelta al nido o de qué manera identificaban a sus presas (las abejas) entre los millares de insectos que sobrevolaban el brezal.
Dispuesto a hallar la respuesta a tales incógnitas, estableció en dicha zona su observatorio y, tras capturar a varias avispas, las marcó con puntos de esmaltes de colores.
Así descubrió que antes de alejarse del nido lo sobrevolaban describiendo círculos, primero cerca del suelo y luego a mayor altura, para terminar alejándose en línea recta; que realizaban hasta tres capturas diarias, tarea a la que se dedicaban exclusivamente las hembras al igual que a la fabricación del nido, en forma de tunel de aproximadamente medio metro de longitud y dotado con hasta siete cámaras, en cada una de las cuales había un huevo o una larva y un par de abejas.
Creyendo que las avispas se orientaban sirviéndose de "hitos" o detalles concretos que había alrededor de la entrada del nido, cuando una de ellas se alejó cambió de lugar las ramitas, piñas, piedras, etc. que había en las proximidades del mismo. De regreso, la philanthus, a un metro del suelo, mostró un extraño comportamiento, volando enloquecidamente de un lado para otro, confundida ante la imposibilidad de localizar la boca de su guarida. Transcurrido un tiempo y algo más tranquila, aterrizó en distintos lugares, excavó en varias zonas y finalmente, tras quince minutos de búsqueda, localizó el nido por casualidad. Identicos resultados en sucesivos experimentos demostraron la veracidad de su hipótesis.
La actividad de las philanthus dura dos meses. A finales de agosto decrece y poco después mueren. Serán las pupas enterradas en la arena las que perpetúen la especie, despertando de su letargo invernal en julio del verano siguiente y trabajando a plena actividad en los días soleados y secos.
Tinbergern demostró igualmente que para volver a casa desde el lugar de caza se guían por la vista ya que la amputación de las antenas no perturbaba su sentido de la orientación; por el contrario, si les cubría los ojos con pintura negra eran incapaces de volar; si aromatizaba los hitos de referencia los olores no ejercían ninguna influencia en la localización del nido. Sus referentes de orientación desde el brezal eran los árboles u otros objetos significativos que se cruzaban en su camino.
La philanthus nunca caza en la colmena; lo hace en el territorio de recolección de la abeja, a la que identifica por medio de la vista y del olfato, que se localiza en las antenas.
Cuando se precipita sobre la abeja la sujeta entre sus patas y la aguijonea debajo de la "barbilla". Después la presiona contra su cuerpo obligándole a expulsar el nectar por la boca, que lame avídamente. Después, la coloca en "posición de transporte", invertida debajo de ella y sostenida por el intermedio de patas para llevarla hasta el nido.
Esta página va dirigida a los amantes de la ciudad de Zaragoza, de la fotografía y de los videos de naturaleza y de hermosos lugares.
martes, 16 de octubre de 2007
miércoles, 10 de octubre de 2007
Episyrphus balteatus
Taxonomía
Clase: Insecta.
Subclase: Pterygota.
Orden: Díptera.
Suborden: Aschiza.
Familia: Syrphidae.
Una característica común a todos los seres vivos es el instinto de supervivencia, a cuyo amparo cada especie desarrolla un conjunto de habilidades que tienen por objeto garantizar su integridad física.
Una de estas habilidades consiste en adoptar caracteres de otras especies más adaptadas al entorno, transmitiendo así a sus posibles predadores advertencias sobre los riesgos que pueden correr si les agreden.
Es el caso de las moscas cernidoras, que se refugian en los colores y formas de las avispas, abejas o abejorros para de esta forma reducir los riesgos de agresión de sus potenciales enemigos.
Se calcula que existen mas de 4.500 especies de moscas cernidoras en todo el mundo, de entre las que pueden citarse la "cernidora de la grosella" (syrphus ribesii), la "cernidora abejorro" (volucella bombylans), la "scaeva pyrastri", la "volucella pellucen", la "episyrphus balteatus", la "pipiza quadrimaculata", la "myaitropa florea" o la "metasyrphus corollae".Su aspecto terrible, anunciador de un doloroso aguijón inexistente, les permite ejecutar singulares y hermosos vuelos y suspensiones en el aire, de los que probablemente copió el inventor del autogiro, que mueven a la admiración y sorpresa de quienes las observan.
La episyrphus balteatus se alimenta del nectar de las flores, por lo que comparte habitats con las avispas y abejas, sintiendo especial predilección por el "diente de léon".
Sus larvas son voraces depredadoras de afidos (pulgones) siendo por tanto un insecto beneficioso para el hombre por esta doble función de combatir las plagas y favorecer la polinización.
La próxima vez que salgas al campo observa con detenimiento los ojos de una presunta avispa y tal vez descubras que tienes frente a ti una "vulgar" mosca cernidora.
viernes, 5 de octubre de 2007
Anthidium florentinum
Taxonomia
Reino: Animalia
Subreino: Eumetazoa
Filo: Arthropoda
Subfilo: Hexapoda
Clase: Insecta
Orden: Hymenoptera
Suborden: Apocrita
Superfamilia: Apoidea
Familia: Apidae
Género: Anthidium
Especie: A. florentinum
Con la floración del romero visitan mi jardín auténticos enjambres de anthidium florentinum que pasan la jornada libando las diminutas y hermosas flores violáceas de esa planta aromática.
Me gusta escuchar en intenso zumbido que emiten estas criaturas y contemplar la velocidad e imprevisibilidad de su vuelo, que contrasta con la capacidad que tienen de quedarse suspendidas en el aire de vez en cuando, como si estuvieran contemplando el conjunto de la planta hasta decidir cuál será la siguiente flor a degustar.
Sobre la parte superior del torax, el anthidium tiene una amplia mancha negra que se prolonga por el abdomen formando una larga tira del mismo color. El resto de su cuerpo esta adornado por una sucesión de líneas amarillas y negras, semejantes a las que visten las avispas.
El envés de la cabeza, torax y abdomen está poblado de abundantes pelos de color cano.
El macho puede llegar a medir los dos centímetros y medio (vez y media el tamaño de la hembra).
El macho dispone de un harén de hembras (poliginia), lo que le lleva a desarrollar fuertes hábitos territoriales que le permitan proteger su espacio de la indeseada visita de otros insectos, de la misma u otra especie.
Resulta interesante contemplar como se abalanza sobre la hembra que está libando en una flor, para copular con ella. La sujeta fuertemente entre sus patas y se produce un contacto sexual que puede durar veinte segundos, tiempo más que suficiente para inmortalizar tan romántico encuentro con una buena fotografía.Especialmente significativa resulta la forma en la que descansan estas criaturas. Al caer la tarde se sujetan con sus fuertes mandíbulas a la extremidad de una planta, quedando profundamente dormidas con el resto del cuerpo suspendido en el aire. Esta postura puede llevar a pensar, a quienes desconocen este tipo de conducta, que están muertas.
jueves, 4 de octubre de 2007
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